El Jubileo es un tiempo de gracia, perdón y reconciliación.

Una oportunidad para abrir el corazón a Dios y vivir su misericordia de manera especial.

Aquí podrás ofrecer tu jubileo por las almas del purgatorio o, si no puedes hacerlo, pedir que otros lo ofrezcan por tus seres queridos que ya fallecieron.

Haz Jubileo por otros

Tu oración, tu paso por la Puerta Santa y tu ofrenda de fe pueden ser un regalo de misericordia para las almas del purgatorio de familiares, amigos o incluso por quienes no conociste.

Pide jubileo para otros

Si no puedes peregrinar o vivir el Jubileo en persona, no estás solo.

Aquí puedes dejar tu petición y otras personas podrán ofrecer su jubileo por las almas de tus seres queridos.

Acá te dejamos algunas preguntas frecuentes:

1. ¿Qué es el año jubilar?

Es un periodo especial en la Iglesia Católica, proclamado por el Papa, que se centra en el perdón, la reconciliación y el descanso para aquellas almitas del purgatorio que lo necesiten, ofreciendo la obtención de una indulgencia plenaria.

Traducción: obtenemos el perdón por los pecados

2. ¿Por quiénes se puede pedir?

Únicamente puedes pedir la indulgencia plenaria por ti o por el alma de alguien más que ya haya fallecido. No importa si no lo conociste, así de grande es la gracias de Dios en este año. No puedes pedir indulgencia plenaria por otra persona viva.

3. ¿Cómo se gana la indulgencia plenaria?

Paso 1: Peregrinar a una de las Iglesias Jubilares.
Paso 2: Celebrar el sacramento de la reconciliación con el firme propósito de entrar en proceso de conversión.
Paso 3: Participar consciente, activo y fructuosamente del Sacramento de la Eucaristía y de la Sagrada Comunión.
Paso 4: Orar por las Intenciones del Papa y de la Iglesia. Puede ser con el Credo, el Padre nuestro y alguna oración mariana.
Paso 5: La práctica de alguna obra de misericordia, material o espiritual, en bien de los más necesitados

Una red de fe y misericordia

El Jubileo no es solo un camino personal, es una experiencia de Iglesia, de familia y de comunidad.
Al unirnos en oración y ofrecer unos por otros, hacemos visible la misericordia de Dios en el mundo.